Si nunca pude ni pensar, de veras
madre mía del Pino, te lo juro,
que por más que me saques del apuro
te podría negar mis primaveras.
Si aunque de todo mal me protegieras
y ande bastante libre de conjuro,
no creo que me acueste muy seguro
temiendo que me pasen por galeras.
¡Si crecí por la fuerza descreído
siendo presa de fuertes desengaños,
no justificaría mi inocencia
tener que verme siempre sorprendido
reconociendo siempre mis apaños
para que se consuele mi conciencia!
|