Cuando viro las velas contra el viento
nada donde agarrarme tengo a mano,
ni siquiera la fe de un buen hermano
que pudiera salvarme de momento.
Como en la vida hay que estar atento,
resulta natural y casi humano
que haciendo con humor lo cotidiano
casi ni te das cuenta del tormento.
Es así como paso las mareas,
descontando las horas entre dientes,
por si surgiese un cambio de destino
no vaya y se me crucen las ideas
y me ponga a bogar contracorrientes
desviando de la proa su camino.
|