Se acabó la decencia en este mundo,
mientras quien más quien menos pierde el norte,
sin la necesidad de un pasaporte
por un presente próspero y fecundo.
No importa ser tacaño muy rotundo
para que se desate ese recorte,
que a voz de pronto quiere hacer la corte
con la avaricia atroz de un vagabundo.
Porque quienes la piedra lejos tiran
y de pronto recogen beneficios,
listos están para esconder sus manos.
Veloces como el rayo se las piran
a disfrutar con sorna de sus vicios
sin pensar que una vez fuimos hermanos.
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