El gobierno recurre a la violencia
para acallar al pueblo reprimido,
y aunque le cuesta abandonar el nido
el hambre pone en guardia su inocencia.
En los discursos brilla la decencia
de un presidente inepto y presumido,
que todas las promesas ha incumplido
alcanzando a menudo la demencia.
Violencia nunca ejerce el pobre diablo
que teniendo su cuenta al descubierto
protesta con las manos bien vacías,
y con sus propios argumentos hablo
porque también me pesa el mismo muerto
como para no andar con fantasías.-
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