Ancho resulta el cielo que cobija
hoy día la ilusión del poderoso,
pues pareciendo ser meticuloso
en su riqueza, fiel su meta fija.
No le importa el gobierno que le rija,
si le dejan meterse en su piel de oso
y robar como un sabio mentiroso
sin que las cuentas nadie más le exija.
Así de estrecho luce el horizonte
al pobre que no tiene gran fortuna,
ni padrinos con pasta a corto plazo,
a no ser que se tire loco al monte
y borracho gritándole a la luna,
en su ocaso se funda en un abrazo.-
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