Hoy confundo la risa con el llanto,
desconfiando de todo y de la nada,
porque escurriendo el bulto ya de entrada
a la vida le quito todo encanto.
Pero a pesar del trance, a gusto canto,
queriendo mejorar la encrucijada
que dejarme pretende en la estacada
al confundirme fácil con un santo.
No sé si con orgullo me la juego
a la orden de sálvese quien pueda
que en el infierno nadie hoy se esconde,
y tanto que midiendo el desapego
mi fe en el precipicio ya se queda
porque a ningún estímulo responde.-
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