Cuando yo muera mi alma volará
por el domo de enhiestas catedrales,
en Florencia, en Roma
y en los floridos campos otoñales
de México y España
para posarse luego en las torres
mas altas de una feria castellana.
Y será como un ave trashumante
que en su tendido vuelo
toque al Nilo, al Tigris y al Grijalva
y roce con sus plumas
la Giralda, las nieves de Himalaya,
las cumbres de Aconcagua…
la pirámide del Sol
y la selva tropical y palpitante.
Será mi alma tal vez como aquel rayo
que en su andar eléctrico
va y camina en zigzag por la montaña,
adereza la noche
ilumina la faz de una mañana
eriza al colibrí
y engarza con su luz la flor de mayo.
Volará mi alma hacia las verdes pampas,
al Potomac indiano y a las zonas
de glorias ya pasadas…
La bruma de Inglaterra
y de Asia sus cosechas…
y de África, sus leones y sus fieras
serán de mi alma
juguete y estación de su deliro.
Será mi alma tal vez como el cometa
que de niño jugaba
rompiendo de las nubes formaciones,
como globo de gas que deleitaba
con regia redondez y sus colores
los ojos infantiles…
con cada voltereta.
Mi alma será en fin
una estación florida
para pedirle a Dios
perdone las flaquezas de mi vida.
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