Si aprendí a buscar lo más profundo
que hubiese en mi existencia más humana,
nada debe extrañar que una mañana
mis pies se fueran a correr el mundo.
Y como fiel y sabio vagabundo
escapé de la forma más mundana,
que desde esa infancia tan temprana
la paz no me concedo ni un segundo.
Sin embargo llegué tras mucho esfuerzo
a saber apreciar sin más reparo
que al aceptar sin gloria aquel quejido,
en mi alma tocaría otro scherzo
para olvidar aquel ruin desamparo
que viera mi zurrón por bien servido.
|