Mis ganas de gozar no fueran pocas,
cuando pretendo reprimir mi orgullo
con un secreto y cándido murmullo,
queriendo enmudecer hasta las rocas.
Pero siendo mis ganas algo locas
miro primero si los pies zambullo,
para esquivarme de cualquier barullo
que si menos lo esperas bien te chocas.
Mi claridad de ideas poco ofrece
de buen refugio frente a la tormenta,
siempre que hacer castillos en el aire
a menudo tan malo no parece,
cuando no llegue a ser ninguna afrenta
porque el alma se mueva ya al socaire.
|