Cuánto trabajo cuesta caminar
digo, sin que se pierda todo el pelo,
que no requiera tanto desconsuelo
como al niño querer costó el andar.
Si acaso este esfuerzo por marchar
sin más ayuda a gatas por el suelo,
nos permita emprender tal vez el vuelo
sin tenernos al fin que maltratar.
Pero sería muy a duras penas
que observando de frente los desastres
el mundo cambiaría muestra suerte,
pues nadie quitaría sus cadenas
sin arrastrar consigo viejos lastres
aunque de cerca vea ya la muerte.
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