Cuando de la memoria ya cansada
se olvidan los recuerdos más cercanos,
ciñéndose la mente a los lejanos,
tan sólo la humildad hoy nos agrada.
Tanto que la bondad menos profana
a veces se nos cae de las manos
entre un deambular de juicios vanos
aunque la fe parezca tan sagrada.
Al igual que si fuéramos midiendo
la senda por su línea más corta
más allá de la vida y de la muerte,
a trancas y barrancas subsistiendo
mientras el interés que más importa
ya nos aleja de la mala suerte.
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