Si he de reconocer que soy tirano
por duro que resulte ese momento,
no quiero colocarme cara al viento
defendiendo que todo el monte es llano.
Ni aunque la suerte esté ya de mi mano
podría suprimir el sentimiento,
que sin ningún bastardo fundamento
hoy me ocultara el rostro más humano.
Tampoco veo el tiempo conveniente
para que fantasía con vigilia
se confundan de forma compatible
con la felicidad del no creyente,
pues no creo siquiera en la familia
aunque al mundo resulte incomprensible.
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