Hoy te puedo escribir desde mi angustia
mis versos escindidos, fatigados.
mis líneas temblorosas
en los percales rotos
de aquel lecho sutil y sin espera.
Hoy te puedo decir desde muy lejos
mis cosas rumorosas,
la latitud del tiempo
la sabia sobriedad de los honores
y el profundo quejido tan despierto.
Desde la honda grieta del olvido
cabalgaré erguido en Rocinante
y serás para mí la Dulcinea.
Mis flaqueza domaré…
seré en tu delirio el caballero andante
y el hombre sin señales, sin espejo
que venza a los molinos y a gigantes
y vuelva con el tiempo
a ser la plenitud del pensamiento.
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