No escribo yo por recibir halagos
sino más bien porque zurrar me gusta,
así que nadie corra con la fusta
queriéndome callar por estos pagos.
Porque siendo diabólicos los tragos
hoy de verdad el corazón me asusta,
diría yo de forma muy injusta,
reo de los insólitos estragos.
Porque no vendo nunca lo que escribo,
a nadie debo yo rendirle cuentas,
si acaso le disgusta lo que siento,
pues le juro que plata no recibo
ni oculto, madre mía, grandes rentas
por lucir sin pudor mi sentimiento.
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