A casi nadie muestro mis heridas
por temor a tocar en llaga ajena,
donde quizás aumente más mi pena
al no encontrar a mano otras salidas.
Ojalá que estuvieran ya curtidas
y por qué no, olvidada la faena,
que de forma bastante más amena
yo ganaría todas las partidas.
Será porque del mundo desconfío
y recibir no quiero varapalos
si me pillaran en mitad del sueño,
donde a menudo siempre yo me lío
por no considerar los intervalos
que al traste dan, demonios, con mi empeño.
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