Claro que sí lamento mis flaquezas,
dado que una mejor vida es posible,
aunque haya quien lo crea rebatible
si con furor defiende sus riquezas
Hoy esconder no escondo mis torpezas
porque no soy, demonios, insensible
a cuanto desperdicio aborrecible
me ofrecen lleno, igual de sutilezas,
tan ajenas al aire que respiro
como distantes fueran tropelías
que cantidad de veces mudo aguanto,
pues sin querer me pongo bien a tiro,
tanto que se aprovechan los arpías,
diría yo, de maldecir mi santo.
|