El temor a perderme en el pecado
igual determinó mi crecimiento,
y a la puñeta me mandó, lo siento,
por andar sin razón atolondrado.
Igual, quien sabe, si nací marcado
por algún esotérico tormento
que al enfermar tal vez mi pensamiento
víctima fui de su aberrante arado.
Y semejante sino me acompaña
paso a paso por todos los caminos
sin darme tan siquiera vacaciones,
pues sin parar me da bastante caña
como si importando mil cominos
el diablo me pisara los talones-.
|