Siempre que subo a pie cualquier montaña,
nunca dejo de ser un vil novato,
al mirarme de pronto haciendo el pato
sabiendo incluso, que me sobra maña.
Si darme ya me doy bastante caña
y cuerda tengo, gracias, para rato,
aunque a veces arriesgo que me mato
librándome de más de una castaña.
Pero jamás me muestro desafiante
en ésta, ni en ninguna otra comedia
que entre muchos humanos se celebre,
pues mucho sufriría dando el cante
si de momento nadie lo remedia
que parecerme yo quiera una liebre.
|