Si el blanco es el color de la pureza,
también lo puede ser de la venganza,
pues mucha no sería la tardanza
que la envidia incremente su rudeza.
Ojalá se organice la riqueza
para que muchos llenen hoy la panza,
sin tener que decir que en lontananza
también nos gobernó la realeza.
Ojalá que este mundo fuera justo
compartiendo los bienes entre todos
como predican muchas religiones,
y que nadie se muera del disgusto
cuando a otros les salen por los codos
sobrealimentados sus tendones.
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