Por qué saciarme de consuelos vanos,
si sé que te has marchado de mi vista,
cuando nada valdrá que yo te insista
al conocernos, fácil, como hermanos.
Y no serán los sentimientos sanos,
hasta que pase la razón revista
y confisque del alma cualquier pista
que nos impida caminar ufanos.
Si tantas cuitas nuestro amor soporta,
cuánta razón se pudra ni se sepa
si no existe otra fe que la del vientre,
pues ya lo es nuestra vida más que corta
para cargar sin más razón la chepa
la carga que ni a palos jamás le entre.
|