A la vida llegamos en España
y de a poco nos van maleducando,
como si lo estuvieran madurando,
que la impresión nos dan de buena maña.
Después con fe la gente ya se apaña,
mientras que por el mundo vaya andando,
con la cabeza siempre maquinando
cómo pescar un tiburón sin caña.
Y resulta que al fin también se observa
como tantos complejos reprimidos
pasan a diario su peor factura,
como si resguardados en conserva
estuvieran ahí comprometidos
refrescando por siempre la amargura.
|