Andando por las crestas de los picos
es como se libera mi cabeza,
al llenar las entrañas de destreza
sin que mis pies acaben en añicos.
Si a veces nos rompemos los hocicos
al confundir pasión con agudeza,
cambiando la afición por la tristeza
por haber maniobrado de borricos.
Nunca sobra la audacia demasiado
cuando la vida aquí se pone en juego
al presentarte sus peores cartas,
pues igual parecieras condenado
a practicar sin fin el desapego
aunque te muestre sus mejores tartas.
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