A veces es tan grande el desaliento
que el miedo puede hacerse muy agudo,
tanto que en la garganta crece un nudo
capaz de confundir el pensamiento.
E incluso aunque a favor soplara el viento
solo se irrita el cuero cabelludo,
exponiendo sus pieles al desnudo
por temor a perder el sentimiento.
Pues este mundo casi nada ofrece
digno de las mejores fantasías
que en sueños yo pudiera permitirme,
aunque sepa que a mí me pertenece
decidir si desecho las manías
y mandarlas al diablo sin herirme.
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