Aquel que no perdona vive atado
a su propia tragedia de maldades
porque presa de parcas ansiedades
hace fiel la rutina de su estado.
Y como si viviese maltratado
sólo verá a su lado tempestades
que le rodearán de enemistades
dentro de su diabólico reinado.
Si al perdonar liviano se siente uno
más que los propios pájaros en vuelo,
¿por qué tanto trabajo ya nos cuesta
el razonar, tal vez inoportuno,
que al descubrir el corazón sin duelo
bastante más feliz se manifiesta.?
|