Por hacer del deber un gran escudo
¿cuántas veces no actúo ciegamente,
sin apenas mirar lo que hay de frente
aunque me vea débil y desnudo?.
De sobra sé que sin razón acudo
allí donde mi sueño es deprimente,
por lo que pueda ver en mí la gente
a nadie le retiro mi saludo.
Tantas veces así me he prodigado,
dando incontables tumbos por la vida
que hasta guardo en mi mente la esperanza
de terminar mi ruta mancillado,
sin ver que la tarea fue cumplida
porque se me caduque la confianza.
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