Sombra y dudas tenía la fe suprema
del árbol más frondoso de la vida
y en toda su tristeza
con luz de mansedumbre
lloró la juventud los aurorales
del tiempo balbuciente que lo incita.
Sombra y dudas tenia mi corazón
en los umbrales
del golpe de la noche tan sombría
del verde de mis años
que a pasos tan callados ya corrían
a hundirse en los tiempos trashumantes.
Y fueron sombras suaves y distantes
como pluma de un ave
que se rompe fugaz en el oriente,
como claro de luna que se siente
perseguido y teñido por la noche
tan suave como guante.
Y mis dudas surgieron de repente
y para siempre
en la cumbre viril de las pasiones,
en el jardín sonriente
de las damas vestidas de ilusiones
y en la lúdica orilla de la fuente.
Sombra y dudas sembré en altos sinos
del campo de un cansado caminante,
sin entregar mis tiempos a demonios
sin escuchar los trinos
del arrullo que canta la pradera
ni las dudas que pulen mis insomnios.
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