Si las leyes divinas se cumplieran
rebosando estarían los infiernos,
machacando los guiños más fraternos
de quienes en sus dioses no creyeran.
No deseara yo que cierto fueran
la cantidad de órdagos paternos,
condenando los modos más modernos
que los hijos pensar quizás pudieran.
Pues si el sentido más común reinara
esa misma cordura se impondría,
sin que aplicar se necesite leyes
propuestas por aquel que gobernara,
persiguiendo su propia hipocresía
al actuar los tiranos como reyes.
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