En sus guaridas viven como reyes
manejando las cuentas del pringado,
que hasta pudiera el pobre estar parado
porque entender no entiende ni de leyes.
Sus veleros atracan en los muelles,
mientras con sorna cuidan su ducado
a costa de la pensión del más lisiado,
al que siempre arremeten como bueyes.
Terror produce a muchos la denuncia
y contrariados miran al tendido
porque con ellos hoy no va la cosa,
tanto que justifican su renuncia
hasta sentirse más de uno ofendido
si encima la gaviota caga y posa.
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