Si la felicidad del egoísta
nada tiene de sólida y certera,
bien haría quitarse la chistera
y mostrarse algo menos triunfalista.
Al respecto no soy muy optimista,
que gozoso enarbole su bandera
cambiando con frescura de arpillera,
si no encuentra razón que lo resista.
Pues si al mezquino nada le detiene
por no ver más allá de sus narices,
mirando lo que pisa en el momento
de aquesta guisa firme se mantiene,
hasta que al aflorar las cicatrices
se reconozca loco y sin aliento.
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