En presencia de juicios imprudentes
la cruel realidad se escamotea,
si nada importa el fin que se desea
mientras las cartas sean aparentes.
Pues dejando de ser adolescentes,
quizás sin ton ni son hoy se alardea
de romperse la cara en la pelea,
contando riñas poco coherentes.
Porque al huir del gobierno de la tripa
probablemente nunca se procure
tener razón en subsanar entuertos,
porque habiendo escapado de chiripa,
y aunque nuestra cordura lo censure,
nadie nos negaría los aciertos.
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