Pondré sobre la mesa mis tormentos,
si soy honesto nada temeré,
y en alto mi confianza mantendré
aunque haya de callarme por momentos.
Bien harto estoy de recobrar alientos
sin que nadie me explique para qué,
si ocupado en hacer el paripé
me paso media vida entre avarientos.
No quisiera lamerme las heridas
sentado en una roca de paciencia
esperando que el juicio a mí regrese,
por si las experiencias compartidas
sufragasen tal vez alguna herencia
más que a mi fuero interno le ofendiese.
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