Por una panda de corruptos locos
cercenada la voz de la justicia,
al más digno le llueven los sofocos
mientras a nadie asusta la noticia.
Pues cambiando las leyes a su gusto
al narcotraficante se libera
mientras los que se pudren de disgusto
difícil es que el capo les oyera.
El bicho grande al chico se lo come,
y más, habiendo pasta de por medio,
que mis poemas nadie a mal los tome
si entre manos no tiene algún remedio.
Será cuestión el tema de intereses
que la pena se salda en unos meses.
|