Hay manipuladores bien pagados
en el mundo sutil del periodismo,
que echando manos hoy de su cinismo
critican a los más desamparados.
Los niños pueden ser de los recados
del más absurdo y cruel surrealismo,
que en el dinero ven un espejismo
si alguna vez se vieran desahuciados.
La dignidad confunden realmente
por un sabroso plato de lentejas
aunque detrás se dejen a su madre,
la cual morir pudiera de repente
recordando en la tumba las ovejas
al temer que la historia no les cuadre.
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