Si habito un mundo vuelto del revés,
cegado por impulsos tan profundos
llegando con frecuencia a ser inmundos,
¿cómo podría conservar mis pies
donde no pueda refrenar mi estrés,
porque si no me agarro bien me hundo,
seguramente en menos de un segundo,
sin que valga de mucho un simple arnés?
Y no voy a negar mis experiencias
con las cuales ya evito cierto daño,
antes de que la sangre llegue al río
por negarme a palpar las evidencias,
pero con las que siempre yo me apaño
cuando hasta de mi sombra igual me río.
|