Circo y risas tenía mi casta infancia
en el tiempo divino del encanto
y pude transitar
en las luces prendidas a distancia
con payasos, leones y entre tanto
el húmedo aserrín
mitigaba los gritos de mi espanto.
Y era el circo pasión de mi hermetismo,
en la nueva y festiva primavera
de fuertes emociones
donde pudo fugaz malabarismo
sin sorna atemperar toda mi espera
al entrar en la carpa
a mirar absorto el histrionismo.
Arriba, en presencias fugitivas
quedaron para siempre
grabados en la historia y pergaminos
los vuelos de tramoya
en arneses que surcaron sus destinos
y siempre en soledad
del circo las delicias sensitivas.
Veneros del dolor
en tónica prestancia los payasos
prendieron de sus cuitas la belleza
y daban con amor a cada paso
en rápida presteza
el toque de la risa
y el dulce desamor a la tristeza.
Circo y risas tenía cada trasunto
entre el toque alegre de la orquesta
y en la pista redonda
los monos y las cebras
brindaban con cabriolas a la fiesta
la prueba consabida de la doma.
Leones, dromedarios, bailarinas,
saltimbanquis, payasos y varones
en sabia soledad
de aquellas emociones
le dicen al circo adiós
en luto y probidad
de la historia circense que culmina.
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