Plantar podrían caña dulce chicos
en multitud de plazas y jardines
manipulando así a placer los fines
por los que afilan sin parar su picos.
Y de sobra lo saben hoy los ricos
que a nuestra costa cargan sus festines
tocando sin prejuicios sus clarines
sin dejar de lamerse los hocicos.
Hablo de los políticos gamberros
que se chupan la pasta sin medida
aunque luego hipotequen el futuro,
porque actúan, diría, como perros,
cuando no, de manera tan suicida
que el presente lo veo más que oscuro.
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