Perder la dignidad no garantiza
al éxito salir de la cuneta,
pues acabada de una vez la teta
el estropicio nunca cicatriza.
Pues convertida el alma ya en ceniza
a nadie le apetece una careta,
tal que fuera su única receta
capaz de tolerar cualquier paliza.
Igual quien tenga estómago de acero
tire ciego seguro hacia delante
importándole todo un gran comino,
tanto que no pondrá ningún esmero
hoy en recuperar su buen talante
que le devuelva a su mejor camino.
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