Tocar tu cuerpo mucho me provoca
hasta elevarme incauto allá a los cielos,
yo no sé si por ti sintiera celos
verte desnuda y a pedir de boca.
Quien sabe si mi mente se equivoca
cuando en tu ausencia sufre desconsuelos,
al añorar tu piel de caramelos
que de pensarlo sólo se coloca.
Muy débil es mi carne amiga mía
y mis huesos no son, por dios, de palo,
pues al dejar de lado los prejuicios,
sueñan con reclamar la fantasía
que suponen tus besos de regalo
al calmar mis deseos de sus vicios.
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