Ojalá consigamos que la envidia
jamás suponga una sutil barrera,
donde el amor actúe de frontera,
cosa que a todo el mundo le fastidia.
Puesto que mucho sobra la desidia,
evadirse parece la bandera
para echar los balones siempre fuera
como ocurre a los toros hoy de lidia.
Que ese respeto mutuo y encomiable
distinga la señal que defendemos,
aunque no exista amor que siglos dure
como podría ser recomendable,
porque poder bastante ya perdemos
y médico no existe que lo cure.
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