No maldigo mi suerte
por haberme tal vez enamorado,
porque no fui tampoco desdichado
mientras tuve ocasión de amarte y protegerte.
Incluso todavía gran placer me da verte
si bien me quedo de dolor callado,
y puede que también anonadado
al lamentar perderte.
Quizás me desespere aún un poco
que tu razón no deje sus ambiguas condenas
y retomen con celo su camino,
porque de lo contrario peor será el sofoco
de buscarse marido en las verbenas
bajo, seguramente, los efectos del vino.-
|