Vida y sueños tenía mi fe piadosa
en la noble vanguardia de las horas
vividas con secuela
ardiente y tan gloriosa
como el santo surgido de una hoguera.
Y en ese caminar tal vez tardío
de vientos reprimidos,
de oleajes, maremotos…
y susurros sin lenguaje
cayeron de las tardes los gemidos.
Vida y sueños tenía el sitial umbrío
de las nuevas y blancas emociones,
señeras, tan eternas,
y en el salto remoto de las olas
bañábase también
la lividez sin mancha de tus lirios.
Y en ese mi soñar tan peregrino
de albas caracolas
pude ver la faz
de tu mundo marfilino,
el tiempo prodigioso de quimeras
y el brillo carmesí de una amapola.
Vida y sueños tenía la fe encendida
del tiempo de elevadas primaveras
de frutos tan profanos.
Y nunca los pesares de la vida
fundieron el crisol de tu mejilla
ni el tiesto tan hermosos de tus manos...
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