SONETO.-
Levantar no se puede la cabeza
cuando la tripa sufre desconsuelos,
porque al matar el hambre por los pelos
gozar no le permite la pereza.
Así mi mente de dolor bosteza
siempre que herida observa sus anhelos,
todos desparramados por los suelos
al malograr sus aires de grandeza.
Y lejos del poder y de la gloria
me refugio en los brazos del orgullo,
siempre a distancia del calor humano,
pues callado de forma muy notoria
de las reuniones y festejos huyo
por más que de invitado asista en vano.-
|