Ni con las dos rodillas en el suelo
pediría al gobierno su clemencia,
sabiendo que a tenor de su demencia
será probable que me tome el pelo.
Pues una vez perdido ya el consuelo
sólo quiero pedir mi independencia,
y rechazar de plano toda herencia
con pinta y resplandor de caramelo.
No voy a deshacerme ya en palabras
porque una vez pasados los sesenta
de poco valen hoy las fantasías,
porque sonando todas muy macabras
al sentir que el cariño es lo que cuenta
el responsable soy de mis manías.-
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