SONETO.-
Si me quejo del mundo que me hiere
no espero ayuda de ningún profeta,
porque sacar pudiese su escopeta
y matarme diciendo que me quiere.
Hoy mismo le diré que no me espere
sentado con su séquito en la meta,
puesto que paso de cualquier receta
que a buen seguro el ánimo me altere.
Será que aún me bato dividido
entre un absurdo duelo de ilusiones,
sin saber a ciencia cierta si escojo
el gozar de este mundo deprimido,
aunque el ogro me pise los talones,
o encerrarme en mi cueva cual despojo.
|