¿Qué estoy pidiendo,
la heredad del campo y sus palmeras
la fuente de la vida…
las piedras más pulidas del camino,
del mar ardientes sus arenas,
miradas muy sonrientes
los tumbos boca arriba
y luces del camino
o el murmullo sediento de las olas?
¿Y qué puedo pedirle a mi agonía
cuando con sed me muero
en la ilusión del tiempo
o en la visión temprana de quererte,
qué voz esconde mi garganta
si pido la luz de la alegría
y luego tú me das pasión urgente?
No es un tesoro lo que exijo
ni la rica vastedad de tu momento,
mi diosa, mi odalisca,
ni siquiera el brebaje de unos besos,
pero sé de siempre lo que quiero:
me conformo con la cumbre de tus manos,
la faz de tu sonrisa
y con un trozo de piedad y olvido.
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