Plata y oro tenía la idolatría
del tiempo mas sonriente del pasado
y en ese caminar
tomado de la mano
de la mas linda moza mexicana
prendí el farol que siempre iluminado
llevara mi horizonte
de luz y amor zurcido a mi retina.
Cuántas palabras dichas en el día,
cuántas caricias desplegadas en la noche
sin raptos, sin urgencias
y un fruto de miel en la hojarasca
y una sonrisa azul en la ventisca.
No pude preguntarle a la distancia
las cosas tan absurdas de la vida
ni llorarle al árbol deshojado
los ratos tan gloriosos que he palpado.
Plata y oro tenía mi pensamiento
y el vientre de mi musa,
la entraña de las sombras, su momento,
el agua que en los mares se desgaja
y el libre palpitar del sentimiento.
Y en esa vastedad tan repentina
de mil bosques y estepas florecientes
trazaron sus urgencias
los besos de mi amada
y de su boca roja, edificante
la carcajada audaz y cantarina.
Y en ese palpitar de plata añosa
quemé mis naves y también mis prisas
y en una breve redondez de esferas
bebí el néctar de tan linda moza.
Cuantas Pascuas floridas
en mis abriles
y frutas desgranadas en diciembre,
las sombras cubrirán tanta alegría
del tiempo y este amor que yo valoro.
¡Sí..!, abandonaré el amplio foro
que el tiempo con pasión hoy me regala,
los años que perfuman mis vergeles,
las rosas, la esperanza, las quimeras
y lejos del olvido y entre mieles
mi esposa tan radiante como el oro.
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