SONETO.-
Quien promete la luna acaba en nada
porque sabe que fácil no lo tiene,
aunque con sus promesas se mantiene
echándole un sermón a su manada.
Y es que diciéndoles cualquier chorrada
circunstancia no existe que le frene,
quizás porque mintiendo se entretiene
y la mollera tiene bien cerrada.
Así el político camina tieso
tratando de ganar las elecciones
sin vocación de trabajar alguna,
tanto que se le ve gandul y grueso
en su sillón tocando sus botones
a quien se busca el pan desde la cuna.
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