SONETO.-
Hoy que me muevo a gusto entre lozano
y lo que me permite el firmamento,
¿hasta dónde no muestro mi contento
con todo mi acomodo cotidiano?
¿Para qué quiero amar como un cristiano,
si para convertirlo en sufrimiento
resulta razonable un argumento
a postas convenido de antemano?
Optaré por callarme las verdades
si antes otro milagro no sucede,
porque resultan vanos los discursos,
entre una cantidad de vaguedades,
a todo aquel ingrato que se quede
a medias del festín sin más recursos.
Luis Pérez.-
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