SONETO.-
Era yo un niño parco en sentimientos
que a su mundo saltaba cada día,
con sus neuronas llenas de alegría
al inventar también sus propios cuentos.
De risa parecían los tormentos,
si al verlos con humor y fantasía
nada que hiciera daño me dolía
aunque soplaran los peores vientos.
Consciente nunca fui de mis carencias
mientras tanto a mi bola caminaba
poniendo en liza mi mejor esmero,
sin tener que cuidar de pertenencias
a las que poco crédito les daba
porque a mis pies tenía el mundo entero.
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