SONETO.-
Y aún mi rostro late estremecido
al no poder mostrarse indiferente;
qué menos acallar la ruda mente
respetando que yace malquerido.
Quizá el alma celosa de su nido
disimule en el brazo un referente,
para cuando los golpes le hagan frente
poder salvaguardar su honor erguido.
Pero entre más maquina mi cerebro,
no consigo el amor que tanto busco,
ni dejando que vuelen mis poemas.
Voy a dejar de hacer algún requiebro
-si en el camino sinrazón me ofusco-
al crearme sin pausa los problemas.
Luis Perez.-
|